Archive for the ‘En la tele’ Category

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Basura catódica

noviembre 26, 2007

Ahora resulta que el gobierno quiere llamar al orden a las televisiones porque, parece ser que su programación basura tiene parte de culpa en la formación del espíritu nacional del macho ibérico hispano.

telebasura.jpgLa telebasura es tal por los asuntos que aborda, por la gentuza que exhibe y el enfoque absolutamente distorsionado en lo que a informar se refiere. Los promotores de toda esta mierda tienen muy claro qué es lo que tienen que hacer para congregar masas de espectadores unineuronales frente a la pantalla de la tele: sexo, violencia, sensiblería, el consabido “podría haberle ocurrido a usted”, humor grueso hasta decir basta…

Fíjense que el ensañamiento siempre es negado, se trata más bien, según los productores, de preocupación y denuncia; eso sí, utilizando siempre las explicaciones más simplistas que se tengan a mano y el uso y abuso de eso tan moderno que es la teoría conspirativa. Bajo el manto de la cábala conspiratoria, la telebasura obtiene carta blanca para intoxicar como bien le venga en gana.

Por otra parte, la indiferencia de la telebasura frente al derecho del honor, la intimidad, la presunción de inocencia, desemboca en la realización del “juicio paralelo”, en la presentación de trascendentales testimonios aparentemente auténticos y, por supuestos, amparados en la libertad de expresión (eufemismo que se invoca cuando se pretende abrir la boca por abrirla)…

¿Por qué la programación infantil es casi inexistente? ¿Será que a los niños les mola más una playstation que Espinete?

 

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Que el gobierno llame al orden a las cadenas de televisión es, cuando menos, demagogia. Es como esa madre que, aburrida, espeta cada minuto y medio el consabido: “Jennifer! Deja de molestar que como vaya yo pallá te vasaenterar!!!!!” En fin, que es gesto loable pero que no tendrá trascendencia alguna porque, piensen (con perdón) que si el gobierno dice que va a leer la cartilla a los productores de telebasura, lo primero que debería haber hecho es predicar con el ejemplo y suprimir esa bazofia llamada “España directo” que, entre otras lindezas, pagamos entre todos porque es producto de eso que llaman “el ente público”.

Si un niño, de entre cuatro y 12 años, ve una media de 140 minutos de televisión a diario seguramente la culpa la tendrá ese progenitor moderno que se lo permite. Así que si los tramoyistas de la moral y los miopes espirituales creen que la televisión es culpable de que sus hijos anden por ahí hechos unos cabestros, escupiendo en el suelo, levantando las faldas de las niñas y abofeteando a los empollones o a los de otra etnia (empollones o no) y todo esa serie de comportamientos que en un futuro adquirirán el rango de españoles, quizá deberían recapacitar un poco y pensar que la culpa es de ellos, en su faceta de padres descalabrados, y no del “Diario de Patricia”. La culpa es de ellos por legar a la caja necia el papel de niñera y no acatar su responsabilidad y dedicarse a educar ellos mismos a los déspotas cabezones que un aciago día decidieron traer a este mundo. Y si no pueden ocuparse de ellos, pues no los tengan, que parecen tontos.

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Familias como la suya

marzo 23, 2007

¿Que por qué me gustan los 80’s? Pues verán ustedes: por muchas cosas. Por lo macarra en cuanto a estética que pudieron llegar a ser, porque vi con mis propios ojos a aberraciones como Durán Durán o Sigue Sigue Sputnik; por Maradona, Julio Alberto y todo ese FC Barcelona repleto de pendencieros; porque los presentadores de TV podían fumar mientras entrevistaban al famosete de turno (al público también se le permitía echar un pitillo), porque Ángel Cristo y Bárbara Rey parecían cándidos en su rosa oligofrenia y eran la pareja trash por antonomasia, porque fue mi década iniciática y, sobretodo, porque aún no se había inventado eso de la corrección política, que no deja de ser otra cosa que el ejercicio imperativo de la autocensura.

En el marco de un país expoliado a manos de su gobierno, como fue el Reino Unido de Margarita Thatcher, surgió una serie de televisión que nada tiene que ver con esas que ven ustedes sobre médicos supuestamente insolentes o de entrañables facinerosos que se fugan de cárceles cool. En 1982 el movimiento de la comedia alternativa inglesa se asoma a las pantallas de televisión disparando contra todo aquello que se mueve con la surrealista «The Young Ones«.

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Dirán ustedes que asistir a la cotidianeidad de cuatro disfuncionales personajes que comparten techo no es nada nuevo, y en efecto no lo es. Lo que convierte a «The Young Ones» en algo excepcional es su estilo porque no responde de ninguna de las maneras a los clichés o reglas establecidas de la sitcom televisiva sino que tiene más que ver con las tribulaciones del pato Lucas en los cartoons de la Warner. Situaciones bizarras a cargo de personajes no menos bizarros que nada tienen que ver con la trama del capítulo, cameos desde Stephen Fry a Emma Thompson, conversaciones entre zanahorias, nabos y patatas en el interior de la nevera y una actuación musical por capítulo que sí que tiene que ver con la trama. Así podemos ver a Dexy’s Midnight Runners, a Madness o a los mismísimos Motorhead.

Abanderados del absurdo, punks residentes en la ecuación que equipara mala leche a diversión, «The Young Ones» retrata a una familia normal y corriente como pudieran ser los Simpson o los Alcántara. Mike es el padre, en apariencia el menos freak, distinguido, cool y ajeno a cualquier incidencia doméstica porque eso no va con él, el tipo con quien nadie osará meterse, levantar la voz o poner en duda su visión práctica de los asuntos cotidianos. Neil es el hippie, la madre bobalicona a la que todos torean, quien hace de comer, barre, friega, responde al teléfono y carga con lo que haga falta. Rik (también guionista) y Vivian son los hijos adolescentes, Rik en el papel de hermanita histérica y blanco de la agresiva hilaridad de su hermano, esquizofrénico sin conocimiento incapaz de no respetar a nada ni a nadie excepto a Mike. Así que no esperen ustedes trama alguna porque no existe, como la vida misma.